martes, 8 de noviembre de 2011

Underdog

El quinto debate de la democracia celebrado en vísperas de las elecciones del próximo día 20 ha confirmado las estrategias tomadas por los dos principales candidatos a las presidenciales.
A falta de un doberman que ejemplifique el temor a la derecha como el que Felipe González utilizó en 1996, Rubalcaba optó en la noche de ayer por adentrarse de lleno en territorio enemigo poniendo en evidencia el programa "deliberadamente ambiguo" de Rajoy. Ardua tarea, ya que cuanto más esfuerzo destinaba a la doble labor de argumentar sus propuestas al tiempo que trataba de "desenmascarar las intenciones ocultas de su rival", más parecía asumir el rol de jefe de la oposición frente a un esquivo Rajoy que ya hablaba -o mejor dicho, leía- en calidad de presidente del Gobierno.
Con la frialdad de unos datos que, tal y como están las cosas, hablan por sí solos, Rajoy no dudó en escudarse una y otra vez en las cifras para sobrellevar el interrogatorio al que le sometió un incisivo Rubalcaba metido en la piel de Ana Pastor al que, de manera más o menos intencionada, confundió en dos ocasiones con Zapatero.
Por otra parte, el debate paralelo que se vivió particularmente en Twitter estuvo marcado por el hashtag #rajoygana que el community manager del PP, Eduardo Baeza, y su equipo, lograron convertir en trending topic mundial, mientras algunos usuarios tuiteaban sin reparar en que una cuenta del candidato socialista -de apariencia similar a la oficial @conRubalcaba- se trataba en realidad de un fake.
A 17 puntos de su contrincante y con un previsible ascenso de partidos bisagra como IU o UPyD, Rubalcaba trató de dirigirse tanto al 30% de indecisos estimados por el CIS como a esa parte del desencantado electorado de izquierdas que, a día de hoy, todavía no ha encontrado motivos para salir a votar masivamente.
Concluido el debate, la unanimidad de los diversos sondeos que dan como vencedor a un Mariano Rajoy que leyó hasta su intervención final, parece poner la guinda a la abrumadora victoria que le espera a la vuelta de la esquina.
Entonces veremos al fin si las insidias de Rubalcaba de ayer se convertirán o no en los recortes encubiertos de mañana.



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